Detalle de la opinión

La semana pasada fui a un control con el ginecólogo Enrique Donoso por primera vez con el objetivo de conseguir una orden médica para una quistectomía ovárica en el centro médico San Joaquín. Noté su poca amabilidad desde un comienzo en su saludo y recibimiento. Comenzó a hacerme las típicas preguntas personales y asumió que tenía una vida sexual descuidada, algo que en ningún momento me preguntó. Me reprochó haber mencionado que he tenido actividad sexual y me dijo que para qué lo hacía si sabía que podía quedar embarazada. Enseguida, insistió en el tema y me dijo que era como las personas que iniciaron un foco de contagios de coronavirus en Cachagua, por ser, según él, una persona descuidada e irresponsable. Al final de la consulta, me hizo llamar apresuradamente a mi mamá para explicarle el programa médico y al despedirse, volvió a insistir sobre lo mismo y le mencionó que me cuidara para que no fuera a Cachagua porque podía llegar con VIH. Cuando me revisó en la camilla, me preguntó en qué etapa de mi vida estaba. Le comenté que recién había salido de cuarto medio (tengo 18 años) y que pensaba tomarme el año para pensar bien qué estudiar. Se entrometió en mi decisión y me dijo que cómo iba a hacer eso, que entrara igual a estudiar y que tuve todo el año para decidir qué hacer con mi vida. Finalmente, mi mamá le preguntó si él realiza cirugías, a lo que contestó de forma agresiva que a él lo consideraban viejo por su edad y que no le permitían operar. Su tono en todo momento fue de burla y desgano, haciéndome sentir en todo momento incómoda e incluso avergonzada.
Espero que mi experiencia le sirva a otras personas para tomar una decisión más informada. Ninguna paciente debería verse expuesta a este tipo de trato y comentarios.